Dedico este trabajo a mi esposa, Teresa. Compañera, amiga, condiscípula, asistente, sostén.
Agradezco especialmente a mi director y amigo, Rubén Peretó Rivas, quien, además de acompañarme en la realización de este trabajo, me ha hecho el honor de prologar la presente obra. Cuando la Sagrada Escritura habla de tesoros y de encuentros no se refiere, que yo sepa, a directores de tesis. Por mi parte, al encontrar un director de tesis encontré, a la vez, un tesoro. Gracias, Rubén, por tu paternidad intelectual, por tu guía y por tu amistad.
También agradezco, de modo especial, a la Doctora Patricia Ciner. Su bondad y generosidad distintivas me han tenido como indigno y afortunado beneficiario. Sin su solicitud amorosa y maternal, no hubiera sido posible esta obra.
Agradezco, asimismo, a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo que me brindó un entorno propicio para esta investigación.
Hago extensiva mi gratitud, de un modo muy especial y profundo, a mis padres. Sin su ejemplo de sacrificio y sin el sostén del amor hondo y silencioso que siempre me han brindado, nada de lo que he hecho (incluido este trabajo) hubiera sido posible. En ellos agradezco también a mi familia paterna y política, especialmente a mi hermana, Mariana, que conjuga en todos los tiempos verbales del complejo idioma de Castilla, la acción “estar”; y a mi cuñado, Javier Gargiulo, pues sin su generosa y diligente ayuda, los últimos detalles de edición se hubieran retrasado más de la cuenta.
Por sobre todas las cosas elevo mi agradecimiento a Dios, fuente de todo bien y verdad, y Padre providente que puso frente a mí esta labor.